Como se acerca la festividad de Todos los Santos, en la tradición anglosajona Halloween, vamos a hablar de este tema, de los vivos y de los muertos, desde la perspectiva de las Constelaciones Familiares.
En Constelaciones Familiares miramos los enredos y desórdenes de las personas y de sus familias. En general, donde hay sufrimiento hay desorden y no sólo eso, también hay exclusiones y desequilibrios. Los seres humanos vamos del caos (desorden) al cosmos (orden) y viceversa, y vuelta a empezar. Es la dinámica de la vida, de las relaciones, lo que no quiere decir que no podamos intervenir para llevar vidas más acordes con el bienestar, el equilibrio y la inclusión.
Me dedico a las Constelaciones Familiares desde hace años y, muy brevemente, diría que es una manera de enfocar la vida desde una mayor paz en las relaciones de todo tipo (familiares, de pareja, de amistad, laborales, relación con nuestros propios sentimientos y contradicciones, nuestra espiritualidad, con el dinero, proyectos, trabajo, con la enfermedad y los síntomas, etc.). En realidad no hay campo humano donde las Constelaciones Familiares no puedan intervenir y ser de gran utilidad.
Esta metodología, enfoque terapéutico o manera de entender la vida y sus dinámicas, fue creada por Bert Hellinger (1925-2019) que ha sido un ser que ha aportado mucho con su vida, trabajo e investigaciones. Para mí y más profesionales de este campo, las Constelaciones Familiares ya son patrimonio (intangible) de la humanidad, las haya reconocido la UNESCO o no, porque sirven y ayudan a todo aquel que desee, de todo corazón, una transformación en algún aspecto de su vida y de su sistema familiar.

También se llaman Constelaciones Familiares Sistémicas, ello quiere decir que parten de la base de que la individualidad está relacionada íntimamente con el grupo, empezando por el sistema familiar y siguiendo con todos los demás sistemas donde nos relacionamos y desarrollamos nuestras vidas. Las vivencias de cada uno de nosotros están profundamente conectadas con las vivencias de nuestros antepasados (padres, abuelos, bisabuelos, etc.). Así como heredamos los rasgos genéticos, también heredamos otra serie de factores relacionados con la manera de ver la vida, los valores personales y todo un mundo de emociones, sentimientos y traumas que están en nuestro inconsciente y en el de la familia (y en la cultura, generación y momento histórico que nos ha tocado vivir). Que lo heredemos no quiere decir necesariamente que nos quedemos con ello de por vida, y ahí intervienen las Constelaciones Familiares para reconocer, reordenar y dejar esas “herencias invisibles” a quien corresponda, desde un lugar de humildad y amor.
Cuando me preguntan a qué me dedico me gusta decir que trabajo con lo que no se ve, y ello significa con ese inconsciente personal y familiar con el que cada uno de nosotros está implicado en mayor o menor grado.
Cuando hacemos una Constelación Familiar, ya sea grupal o individual, presencial u online, sobre algún asunto de nuestra vida en el que experimentamos sufrimiento, preocupación, frustración, estancamiento, miedo, etc… dolor en fin en sus múltiples expresiones, nos abrimos a poder ver y vivir ese tema que nos duele desde un lugar diferente. Las Constelaciones Familiares traen a la luz información existente en nosotros y en el sistema familiar que permanece oculta, inconsciente, fuera de nuestra visión y que puede ayudarnos a transformar lo que inicialmente experimentamos como un problema o dificultad.
En los sistemas familiares existen las lealtades inconscientes hacia aquellos anteriores a nosotros que lo pasaron mal. En la actualidad podemos estar viviendo situaciones difíciles y problemáticas en nuestras vidas por esa lealtad a alguien de nuestro sistema familiar como señal de un amor ciego profundo, que necesita ser transformado en un amor más adulto que nos dé alas, en vez de cortarlas.

En estos días de más presencia de nuestros difuntos debido a las tradiciones colectivas que compartimos, me gustaría invitaros a incluir una práctica muy sanadora y pacificadora como es poder mirar con los ojos del alma a todo nuestro sistema familiar, vivos y muertos, y con humildad y desde nuestro propio lugar en nuestro sistema (que todos lo tenemos) decirles desde nuestra instancia más adulta:
- SÍ a todos y todas los que estuvieron, están y estarán, y a todos los hechos sucedidos por más dolorosos que hayan sido. Un SÍ sin reservas, un SÍ que amplía y esponja nuestro corazón y el de todo el sistema.
- GRACIAS por la vida que nos ha llegado a través de todos y todas, de ellos y ellas y especialmente a nuestros padres, que han sido los más cercanos en la línea del tiempo.
- POR FAVOR “miradme bien y dadme vuestras bendiciones si yo llevo mi vida a mi manera”.
Os aseguro que pronunciar estas tres expresiones no os va a dejar indiferentes, todo lo contrario. Son una poderosa rendición de nuestro ser y nuestros corazones que nos conecta con la fuerza de la Vida en mayúsculas y nos repara y devuelve las alas. Hay una expresión que me gusta mucho y que es el título de un libro también, “sin raíces no hay alas”, para mí personalmente el mayor tributo que puedo darles a mis difuntos, a mis “muertecicos”, es reconocerlos, darles su lugar y agradecerles la vida y volar con mis alas, que también son las de mi sistema, y que en cada generación pueden llegar un poquito más alto, con menos impedimentos, con más ligereza, si estamos ordenados y ubicados en nuestro lugar.
El amor siempre está presente, lo reconozcamos o no, lo sintamos o no. Estas celebraciones de difuntos nos dan la oportunidad de volvernos a mirar a los que nos precedieron y a los que ya no están y constatar que el amor y la muerte no son enemigos. La muerte no es el fin del amor, el vínculo del amor es eterno. Podemos seguir conectados con nuestros difuntos (humanos y animales) más allá de su marcha. La muerte y el amor, en catalán suenan parecidas, “la mort i l’amor”, las podemos ver como dos grandes fuerzas que mueven las vidas de los seres humanos.

“Los vivos con los vivos, los muertos con los muertos”, decimos en Constelaciones Familiares para restablecer el orden y soltar una lealtad donde la persona mira fijamente a la muerte. En este caso puede ser que siga a alguien que ha fallecido, a veces trágica o tempranamente, y lo hace con una enorme fuerza de desconexión con la vida, alimentada por un amor ciego que la conduce, en ocasiones, a repetir el destino del fallecido.
Poder enterrar a nuestros muertos y vivir el duelo de su perdida física es una experiencia vital muy profunda y necesaria que todos debemos abrazar en algún momento (o en varios) de nuestras vidas. Eternizar duelos y no poder “enterrar” a los que ya se han ido, nos mantiene en un lugar de muerte en vida. Según hayan sido las vivencias respecto a la vida y la muerte de nuestro sistema familiar, así podremos experimentar las pérdidas de seres queridos con más o menos aceptación. Finalmente, es responsabilidad personal atender a los asuntos de la vida y la muerte con la mayor entereza, inteligencia y paz interior, lo cual conseguimos a veces a través del esfuerzo y en otras ocasiones no sabemos cómo hacerlo, las Constelaciones Familiares tienen mucha ayuda que ofrecernos en este sentido.
Como despedida os dejo estos versos del poeta británico Dylan Thomas (1914-1953):
[…] aunque se pierdan los amantes, no se perderá
el amor;
y la muerte no tendrá dominio […]
A quien le guste la poesía le recomiendo la lectura del hermoso poema al que pertenecen estos versos titulado “Y la muerte no tendrá dominio”. También deciros que en la actualidad hay una serie en Netflix llamada “Mi otra yo”, estrenada en julio 2022, que aborda la temática transgeneracional y muestra el trabajo de Constelaciones Familiares. En cada capítulo, hasta el día de hoy ocho de la primera temporada, se puede ver una constelación grupal y en uno de ellos, una sesión individual. Os la recomiendo encarecidamente, porque aparte de algunas licencias cinematográficas propias de una serie de ficción, trata con mucha veracidad y respeto el trabajo de las Constelaciones Familiares.
Os deseo una vivencia profunda y enriquecedora para vuestras almas de estas celebraciones otoñales de difuntos.
Carmen García Claret
Consteladora, terapeuta y formadora
Instagram: @constelacionescarmengc
YouTube y Facebook: Carmen García Claret-Constelaciones Familiares
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